martes, 19 de mayo de 2015

Reflexión de Madame Bovary

Nunca es sencillo comentar o criticar una novela que es considerada una obra maestra de la literatura universal, y más si se desea hacerlo sin declarar un impactante final que sería muy atrayente y cautivador analizar. Pero creo que ya es hora de que en este blog se escriba sobre una de las novelas decimonónicas más polémicas y revolucionarias de todos los tiempos: Madame Bovary.
Escrita por Gustave Flaubert (que tardó seis años en gestarla, en duras jornadas de trabajo que alcanzaron las doce horas), Madame Bovary se publicó por entregas en La Revue de París y pronto su autor y su editor tuvieron que confrontar a un proceso judicial inculpados de inmoralidad y desaprensión. Aunque ambos salieron bien parados del pleito, la sombra del alboroto ensombreció la novela durante muchos años hasta que finalmente fue reconocida e identificada como una gran obra y creación. 
¿Pero qué acontecía dentro de este libro que se armó tanta conmoción?
La novela contiene una historia de adulterio cuya protagonista absoluta es la inolvidable Emma, la fantasiosa, bella, rebelde y caprichosa hija de un granjero que se casa con un médico rural viudo llamado Charles Bovary.
Emma piensa que gracias a esta boda su vida dará un giro de ciento ochenta grados. Pero la apasionada madame Bovary enseguida descubre que la realidad no tiene nada que ver con sus ensoñaciones románticas y fastuosas, en cuya gestación han tenido mucho peso las novelas de amor y aventuras que lleva toda su adolescencia devorando. Su vida de casada resulta ser aburrida y poco excitante, y abandonado el espejismo del enamoramiento "salvavidas", su marido le parece un ser vulgar y bonachón hasta rozar la estupidez, sin ambiciones ni cualidades reseñables.
Ni siquiera el nacimiento de su hija Berthe, una niña a la que considera fea y en nada parecida a ella y a la que apenas hace caso, cambiará su gris perspectiva. Por eso no es de extrañar que la joven esposa y madre, la mujer más hermosa y elegante del pueblo donde reside, acabe buscando consuelo en dos amantes consecutivos: Rodolphe, el casanova oficial del lugar, y León, el melancólico ayudante del notario. El primero no cumplirá su promesa de fugarse con ella, y el segundo, de carácter más reservado, también terminará por decepcionar a la bella inconformista, que cada vez tratará con más desdén a su familia y gastará más y más dinero en toda clase de caprichos. Será su afición a las compras y a los préstamos lo que acabe precipitando a Madame Bovary en los brazos de la tragedia...
En fin, el argumento de Madame Bovary contiene todos los componentes indispensables para atraer la atención del lector: belleza, infidelidad, rebeldía, sexo y violencia. Pero colocado en su contexto histórico, es natural que despertara tanta polémica. Con su libro, Flaubert desnudó hasta el sonrojo a la aparentemente irreprochable burguesía de su tiempo y engendró un nuevo tipo de heroína, una mujer joven y hermosa que lleva hasta el final sus más primarios instintos. No es de extrañar que a partir de ahí comenzara a utilizarse la palabra "bovarismo" para describir a personas insatisfechas porque llevan vidas que en el fondo no desean llevar. Y también hay que recordar que Flaubert dijo de sí mismo que él era madame Bovary, quizás para responder a los que demonizaban a la atrevida y mentirosa Emma y, por ende, a su creador.


Madame Bovary se trata de una obra imprescindible, cargada de intensidad, belleza y dolor, y con un estilo, una densidad psicológica y una calidad literaria imposibles de encontrar en la literatura contemporánea.

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