Al hablar de cine es común que instantáneamente aparezcan
dos pensamientos. Inclusive se podría hablar de posturas ideológicas; hay
quienes consideran que el cine es una expresión o manifestación artística y
otros que lo ven como una industria del entretenimiento; La interminable
disputa entre el cine arte y el cine comercial. Aquellos que entienden las
películas como una obra de arte y aquellos que la entienden como un producto o
ganancia.
Dos posiciones que han estado en constante colisión desde los
mismos inicios del cine –y que tomando en cuenta su exposición de principios– de
ningún modo van a congeniar entre sí: o se toma como arte o se toma como industria.
“Hace unos años participaba en el proceso de selección de
alumnos de un centro de estudios de formación audiovisual, y entre las
preguntas de un cuestionario de valoración, decidí incluir una pregunta que me
pareció clave: ¿el cine es una expresión artística o una industria para el
entretenimiento?
Adelanto que toda respuesta era válida.” Podemos considerar
el cine como un estilo de expresión o manifestación artística de la misma
manera que podemos vincularlo a un proceso de producción industrial, una cosa
no suprime a la otra. Indistintamente de la manera en que esté efectuada
cualquier producción audiovisual, podemos sostener que ha seguido un proceso
industrial, de la misma manera que hasta una producción de Hollywood puede ser
considerada una obra artística, de mayor o menor calidad, por qué no.
habitualmente vinculamos el término industria a las películas que vienen de
Hollywood, que por su acostumbrado carácter plagiario se condicionan a
adueñarse de fórmulas comerciales de confirmado éxito, aprovecharlas y
comercializarlas hasta la saciedad.
“¿Que trataba de averiguar entonces con esta pregunta?
¿Pretendía conseguir un pedazo de la gran tarta, al igual que habían conseguido
Antonio Banderas o Alejandro Amenábar, o tan sólo compartir su sensibilidad con
el resto del mundo? Sin que tenga que ser necesariamente así, mi intuición me
decía que un alumno que contestara que el cine es industria tenía de entrada su
estrategia mal plateada, y lo más probable es que tuviera serios problemas para
culminar con éxito su proyecto de vida. Por otro lado, lo más probable es que
los que contestaban que era una forma de expresión artística, sí tendrían el
potencial para sacar adelante sus proyectos, porque aunque no tuviesen dinero,
no les faltarían ganas de expresarse a toda costa, de cualquier manera. El
mismísimo Francis Ford Coppola me daría de alguna manera la razón cuando, al
asistir para la inauguración del curso académico, aconsejaría que se dedicaran
a otra cosa aquellos que veían en el cine una manera de hacer dinero.” Para
hacer el cine hay que amar el cine (el arte) no el dinero (la industria). Y
parafraseando lo que incluso mencionaba Fernando Fernan Gómez en aquella serie,
Queridos cómicos, lo más probable es que aquellos que se dedican al cine
deseando llegar a ser estrellas, acaben estrellados contra su sueño, mientras
que los que lo toman como un quehacer o profesión, no deberán dejar jamás de
trabajar o laborar para lograr salir adelante.
Ciertamente los que esperamos apreciar el cine como un
proceder de expresión o manifestación artística somos minoría, proliferando
aquellos que meramente lo buscan como recurso de distracción, diversión o pasatiempo, pero de
lo que no se debe vacilar es que las obras y creaciones que permanecen verdaderamente en el tiempo no
son necesariamente las que más dinero han recaudado o mayores ingresos haya
tenido, sino las que marcan una huella muy trascendente en el corazón del público.
¿O no es así?
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