El título
“lo que le falta a Colombia” es una crítica y al mismo tiempo una propuesta. Es
una crítica en cuanto descalifica al Estado por su incapacidad de garantizar
bienestar a toda la sociedad. Significa que a Colombia le falta estado, buenos
dirigentes y unos ciudadanos más comprometidos con el bien común.
Es una
propuesta en cuanto convoca a todos los colombianos a reformar el estado y a
comportarse éticamente para construir un país mejor.
El pueblo
prefiere callar, la misma tradición y la misma cultura nos han enseñado a
esperar pacientemente a que un día un buen dirigente mejore nuestra calidad de
vida. El pueblo ya ni siquiera se queja, ha preferido doblegarse ante el
corrupto estado que lo ha excluido aunque debemos aceptar que el pueblo no ha
hecho el suficiente esfuerzo, para sentirse parte de estado y hacerse incluir
en el para transformarlo.
En el día a día
vemos que los campos están en manos de las guerrillas, las ciudades en manos de
la delincuencia, la economía en manos de los traficantes y las relaciones con
el mundo en manos de los delegados del imperio ¿Es eso un estado nacional?, ¿Cuándo
podrá estar en manos de la sociedad?
Al parecer los ideales de igualdad, fraternidad
y libertad son solo palabras que para la sociedad colombiana son reemplazados
por corrupción ya que la labor del estado beneficia a unos pocos con intereses
particulares que no entienden el concepto de colectividad. Aquellas personas
ponen en primer plano el poder, la riqueza y el dinero, al no tener en cuenta
la dignidad de toda una comunidad.
La tiranía, como
lo dice el autor se disfraza de respetabilidad vemos el estado, como una institución
superior necesaria para controlar os bienes públicos y no como una entidad que
garantiza el bienestar al pueblo. Es decir, merece respeto pero debe cumplir
con sus funciones y no solamente enriquecerse para abusar de su poderío.
El mensaje
en que nosotros como individuos que hacemos parte de la sociedad debemos
involucrarnos en el estado, elegir conscientemente a nuestros dirigentes,
adoptar el consenso respetado el disenso y reconocer la capacidad que tenemos
para exigirla a la autoridad que nos cumple así como nosotros los ciudadanos
cumplimos.
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